El reciente análisis de ADN antiguo ha resuelto uno de los debates más notorios de la arqueología británica: la verdadera procedencia de la Mujer de Beachy Head.
Los resultados, publicados en el Journal of Archaeological Science y difundidos por el Museo de Historia Natural de Londres, indican que los restos de esta mujer, que vivió en la época romana, pertenecen a una persona originaria del sur de Gran Bretaña, descartando así teorías previas que la situaban en África subsahariana o el Mediterráneo.
La historia de la Mujer de Beachy Head comenzó en 2012, cuando sus restos fueron identificados en las colecciones del Ayuntamiento de Eastbourne, en el sur de Inglaterra. La caja que contenía el esqueleto sugería que el hallazgo original ocurrió en la década de 1950 en el cabo Beachy Head, una zona costera con una extensa historia arqueológica, aunque no existen registros detallados de la excavación.
El análisis por radiocarbono, realizado en la Universidad de Oxford, determinó que la mujer vivió entre los años 129 y 311 d.C., durante la ocupación romana de Britania. El entorno de Beachy Head, cercano a asentamientos rurales y villas romanas, refuerza la relevancia del descubrimiento para comprender la vida cotidiana en la provincia romana.
Desde su redescubrimiento, la Mujer de Beachy Head atrajo la atención de la comunidad científica y del público general. Los primeros análisis morfométricos, realizados en 2013, señalaban que los rasgos craneales de la mujer podían asociarse con poblaciones del África subsahariana. Esta interpretación la convirtió en símbolo de la diversidad en la Britania romana y fue difundida por numerosos medios, exposiciones y materiales pedagógicos.
Estudios posteriores, que incluyeron análisis isotópicos y de ADN preliminar, sugirieron una procedencia mediterránea, específicamente de Chipre, aunque estos resultados se apoyaban en datos limitados y no permitían conclusiones firmes. Así, el debate sobre su origen se mantuvo abierto durante más de una década, evidenciando las limitaciones de las técnicas tradicionales de antropología física y la necesidad de métodos más precisos.
El avance definitivo se produjo con la aplicación de técnicas de secuenciación de ADN antiguo de alta calidad, coordinadas por la Dra. Selina Brace y el Dr. William Marsh del Museo de Historia Natural, junto a Andy Walton del University College London. El equipo extrajo ADN de un fragmento del hueso petroso y empleó métodos de captura específicos para material degradado, logrando una cobertura genética suficiente para análisis comparativos.
Los resultados muestran que la Mujer de Beachy Head presenta una afinidad genética muy cercana a la de individuos de la Britania rural romana y a la población británica actual. No se detectaron señales de mezcla reciente con poblaciones africanas ni mediterráneas. El Dr. Marsh lo destacó: “Mediante técnicas de ADN de vanguardia, pudimos determinar el origen de este individuo. Demostramos que posee una ascendencia genética muy similar a la de otros individuos de la población local de la Britania de la época romana”, según recogió el Museo de Historia Natural.
El análisis osteológico estableció que la mujer tenía entre 18 y 25 años al morir, con una estatura aproximada de 1,52 metros. Presentaba una lesión cicatrizada en la pierna, indicio de una herida grave sufrida en vida.
De acuerdo con los estudios isotópicos de estroncio y oxígeno en el esmalte dental, creció en la costa sur de Inglaterra, mientras que los valores de carbono y nitrógeno en los huesos sugieren una dieta rica en mariscos, coherente con un entorno costero.
La reconstrucción facial, actualizada en 2025 a partir de los datos genéticos, indica que tenía piel de tono intermedio, ojos azules y cabello claro, rasgos que contrastan con las primeras representaciones basadas únicamente en la morfología craneal.
El caso de la Mujer de Beachy Head pone en evidencia las limitaciones de los métodos tradicionales de estimación de ascendencia basados en características craneales, cuestionados por su falta de precisión y su vínculo con conceptos obsoletos de raza. El estudio subraya que la variabilidad genética humana no se ajusta a categorías raciales discretas y que los rasgos físicos pueden variar dentro y entre poblaciones.
La Dra. Brace recalcó: “Nuestro conocimiento y comprensión científicos evolucionan constantemente, y como científicos, es nuestra labor seguir buscando respuestas”. El desarrollo de la genética y el análisis de ADN antiguo permite corregir errores y matizar la historia de la migración y diversidad en la antigüedad, dando paso a la revisión de otros casos arqueológicos interpretados con técnicas menos precisas.
La evolución de la interpretación sobre la Mujer de Beachy Head ha influido en el debate sobre la diversidad y la identidad en la historia británica. Inicialmente presentada como una de las primeras africanas en la isla, su caso ilustraba la presencia de personas de origen diverso en la Britania romana.
Los nuevos hallazgos no niegan la existencia de migraciones y contactos en la época, pero demuestran la importancia de la revisión científica y la transparencia en la comunicación de resultados, incluso cuando estos cambian con el tiempo. El caso es un ejemplo de cómo la ciencia puede corregir narrativas históricas y contribuir a una comprensión más precisa y equitativa del pasado.
El recorrido científico de la Mujer de Beachy Head muestra que la investigación histórica es un proceso de revisión permanente, donde cada nuevo análisis, incluso los que posteriormente se descartan, fortalece una ciencia más rigurosa y justa.
