La industria financiera argentina se encamina hacia un 2026 marcado por fuerzas que ya no permiten postergar la transformación. La digitalización avanza a ritmos desparejos, la presión regulatoria se intensifica y los clientes adoptan con rapidez servicios fintech para optimizar su negocio. Los datos del Readiness Report 2025 resultan especialmente relevantes: el 87% de los líderes globales anticipa que la IA transformará los roles en los próximos 12 meses, pero menos de un tercio considera que su fuerza laboral está preparada para ese cambio. Esa brecha —entre expectativa y capacidad— se amplifica en mercados como el argentino, donde la necesidad de modernizar infraestructura convive con limitaciones presupuestarias y altos niveles de complejidad operativa.
En paralelo, tres de cada cuatro ejecutivos expresan preocupación por el impacto geopolítico en el manejo de datos, lo que acelera la revisión de arquitecturas tecnológicas y estrategias de nube. Estas tensiones moldean el mapa financiero que se consolidará en 2026 y que puede resumirse en tres tendencias estructurales:
Los clientes ya no piensan su vida financiera dentro de los límites de una sola institución. La posibilidad de mover datos entre bancos, fintechs, aseguradoras y plataformas digitales redefine expectativas y obliga a las entidades tradicionales a acelerar su interoperabilidad.
‘Los clientes dejaron de ser titulares pasivos de una cuenta. Esperan poder mover su información financiera sin fricciones. Ese cambio —que define al open finance— otorga a las personas la libertad de diseñar su vida financiera como mejor les convenga’, afirma Mariano Ragognetti, gerente general de Kyndryl Argentina, Uruguay y Chile.
La IA agéntica comienza a desempeñar un rol crítico en detección temprana de fraude, evaluación de riesgo y automatización de procesos. El Readiness Report señala que, aunque el 54% de las empresas ya observa beneficios de la IA, un 62% todavía no logra escalar sus pilotos.
La madurez tecnológica será un factor diferenciador: permitirá operaciones más estables, decisiones más rápidas y un uso más eficiente del capital. Su adopción no implica reemplazar talento, sino potenciarlo, automatizando tareas repetitivas y habilitando mayor foco en análisis de valor.
Con el 75% de las instituciones preocupadas por riesgos geopolíticos vinculados al manejo de datos y un crecimiento sostenido de amenazas cibernéticas, la resiliencia se convierte en un atributo central del modelo financiero. Las entidades que integren resiliencia desde el diseño podrán responder más rápido a cambios regulatorios y sostener la confianza del cliente en un entorno cada vez más volátil.
La industria financiera argentina enfrenta un desafío distinto: no se trata de incorporar ‘más tecnología’, sino de adoptar mejor tecnología. Definitivamente, el 2026 será el año en que las organizaciones que alineen infraestructura, talento y resiliencia transformarán su propuesta de valor en experiencias más seguras, ágiles y centradas en el cliente, consolidando su posición en un mercado cada vez más competitivo.


